EL POETA MUERTO
A mí nunca nadie me echó una mano
lucho contracorriente y siempre zancadilleado
todo lo que tengo lo gané en una tómbola,
la tómbola de la vida que siempre es dura
con quien no nace estrella sino estrellado.
Subo cuestas angostas, empinadas y largas,
con el freno de mano echado,
por si me adelanto una pizca o para que no caigas
hacia atrás, no sea que vuelvas a empezar
a comprar boletos de los que tocan en la tómbola.
Si me ves en algún sitio, porque a empujones aparezco,
entre tanto bombón, caramelo, milonga o dulce mugriento
lleno de babas, pero ahí los tienes siempre, los primeros.
A mi nadie me pone en un pedestal
porque entre otras cosas yo no quiero,
no quiero los favores de los llenos de baba,
esos son caracoles, que se arrastran por un te quiero.
Un saludo si te doy y mis mejores palabras,
mis mejores deseos y reconocimientos;
pero no quiero las milongas ni tampoco las recibo,
pues lo que ves conmigo, es lo que yo trabajo con esmero,
si me ves por ahí, es porque lucho con sombrero.
Comentarios recientes